Andrés Chazarreta y el Folklore

Oscar A. Mele
Enero de 2017
oamele@intrame.net

Se define al Folklore (de Folk: Pueblo y Lore: Ciencia) como “Todo el saber popular expresado en costumbres, canciones, danzas, creencias, tradiciones y hábitos”. Actualmente se ha dado en llamar: “Ciencias folklóricas”.

El folklore argentino tiene una rica historia, de la que uno de sus capítulos mas interesantes es el que conformaron, entre fines del siglo XIX y principios del XX, una tríada reconocida ampliamente por los estudiosos del folklore: fue la constituida por el Escritor Ricardo Rojas y los músicos Andrés Chazarreta y Manuel Gómez Carrillo.

Algunas publicaciones de esa época contribuyeron al lanzamiento de esa ola de difusión, admiración y adhesión a todas las manifestaciones folklóricas. De entre ellas se destaca, en 1883, la publicación del “Cancionero Bonaerense”, de Ventura Robustiano Lynch (porteño dandy de ascendencia inglesa), el más valioso documento que poseemos hasta hoy acerca de los cantares y danzas de la Provincia cuando aún estaba poblada solo por nativos.

En 1888 apareció en La Nación un artículo titulado “Londres y Catamarca”, escrito por Samuel Lafone Quevedo, hijo de un comerciante inglés establecido en Montevideo, que recogió observaciones en sus viajes a Catamarca. Es que en Londres existía la Sociedad de Folklore y allí nació el vocablo que antes se englobaba en estas latitudes como “antigüedades”.

En 1893 se publica en Montevideo “Apuntes para un folklore argentino”, de Juan Bautista Ambrosetti, al que siguieron “Folklore Calchaquí” y otros.

En 1907 el Escritor Ricardo Rojas publica “El País de la Selva”, verdadera extracta histórico-cultural del pueblo santiagueño, con sus ritos, leyendas y cantares. Incorpora este rico bagaje al plano literario argentino y preanuncia los demás aportes que hiciera al folklore nacional.

En 1923 Jorge Furt presentaba su “Cancionero popular rioplatense”, mientras Manuel Gómez Carrillo aportaba estudios y composiciones de nuestro folklore y el santiagueño Andrés Chazarreta incorporaba todo ello al panorama nacional con su arribo a Buenos Aires y sus históricas presentaciones en teatro, radio y grabaciones.

Así es como Ricardo Rojas, Andrés Chazarreta y Manuel Gómez Carrillo inauguran la generación salvadora de nuestras tradiciones, por rescate, desarrollo y difusión, en el preciso momento histórico del avance cosmopolita, en el que comienzan a borrarse los rasgos originales de las viejas aldeas interiores, sacudidas por la ansiedad de lo nuevo. Todas estas contribuciones, nacidas de una inspiración salvadora, permitieron retomar los caminos de la personalidad argentina, preservando la autenticidad espiritual y humana del ser nacional.

En las tres primeras décadas del siglo XX, lo folklórico alcanza una explosiva difusión a nivel nacional, de la mano de aquellos precursores.

Luego de estos tres primeros disparadores del movimiento, surgieron Homero Manzi, Mario Bravo, Osvaldo Sosa Cordero y Leopoldo Lugones, instalado en Paris en 1914, donde publicó “La Revué Sudamericaine”, “La musique populaire en Argentine” y “La música gaucha”, junto al libro “El Payador”, con doce danzas de Chazarreta.

Andrés Chazarreta llega a Buenos Aires en el mes de Marzo de 1921, con su elenco de músicos, bailarines y zapateadores, en su famoso “Patio Provinciano”. Francisco Balbín, heredero de los Balbín y de los Zamudio, hombre de gran fortuna, era el dueño del Teatro Politeama, que ofreció sin cargo a la Compañía Chazarreta.

La obra era una teatralización en un rancho santiagueño y su patio, donde se desarrollaba el espectáculo: varones con bombachas, blusas y chambergos y las mozas con polleras anchas floreadas y trenzas con vincha y flor, que cantaban y bailaban chacareras, gatos, vidalas, media caña, zapateos y el malambo. Tuvieron un éxito extraordinario y todos los medios de la época lo distinguieron muy especialmente. Había llegado el folklore argentino al corazón de un Buenos Aires habitado por inmigrantes de todas las latitudes y con una presencia muy fuerte de la música popular ciudadana, el Tango. Brillaba Carlos Gardel y programaba sus primeras películas como Luces de Buenos Aires mientras las Jazz-band hacían irrupción avasallante en esa época signada por el auge de los fox-trots y otras danzas sincopadas de importación. La aventura emprendida por Chazarreta despertaba la curiosidad ciudadana, entre escepticismos y entusiasmos. Por ello fue saludada como un soplo vivificante, por las más autorizadas expresiones del pensamiento nacional.

El teatro Politeama, ubicado en calle Corrientes 1490, casi Paraná, inaugurado en 1879, compartía con el Teatro Colón la excelencia de su acústica y así se presentaron en él varias compañías europeas de Óperas, Zarzuelas y otras manifestaciones del arte culto. Se lo considera lugar de nacimiento del Teatro Argentino pues en el año 1884 se efectuó allí la primera presentación del mimodrama “Juan Moreira” (basado en la novela de Eduardo Gutiérrez) con la participación de la Compañía de José (Pepe) Podestá, quien desarrollaba el personaje central. Era la primera presentación en escena formal de una obra de teatro argentino. O sea que 37 años antes de la consagración del Folklore argentino por Andrés Chazarreta, se vivió en ese mismo lugar físico este acontecimiento sin precedentes en estas latitudes.

Ricardo Rojas fue el difusor mayor de las presentaciones triunfales de Chazarreta y así el 18 de Marzo de 1921 anunció en La Nación “El coro de las selvas y montañas”, en el que exaltaba el sentido nacionalista del espectáculo nativo. Las funciones fueron tres y se desarrollaron a teatro completo, quedando mucha gente sin poder disfrutarlas. La función de despedida fue histórica y estuvo presente el mismo Ricardo Rojas, quien recibió reconocimientos especiales por su aporte difusorio.

El 17 de Mayo de 1921 la Compañía de Chazarreta debutó en Montevideo y luego hizo varias presentaciones en el interior de nuestro país: La Plata, Córdoba, Rosario, etc. y en Santiago del Estero propiamente dicho. Regresó a Buenos Aires en diciembre de 1921 para efectuar 30 presentaciones en el Teatro Apolo, de Corrientes 1380. Época de crecimiento y desarrollo gigantesco de Buenos Aires. Grandes obras arquitectónicas se concretaban en forma permanente y en distintos puntos de la capital. Ese mismo año se inauguró el Teatro Cervantes. En ese año fallecía Ángel Villoldo, reconocido tanguero autor de El Choclo, y se lanzaban al estrellato Julio de Caro, Osvaldo Fresedo, Francisco Canaro, Pedro Mafia, Pedro Laurenz y otras figuras centrales de la música ciudadana.

De la obra de Andrés Chazarreta fue parte importante la faceta docente que desarrolló con intensidad plena y en todos los ámbitos, tanto oficiales como privados. Su Instituto Folklórico funciono durante décadas y dejó un enorme legado, tanto musical como humanístico. En el mencionado Instituto se desarrollaban todas las actividades propias: música instrumental, conjuntos corales, danzas autóctonas, zapateo, malambo y todas las disciplinas. Él mismo fue desarrollando todas las publicaciones formales para el aprendizaje de todas esas disciplinas.

Supo tomar del cancionero popular muchas letras y les incorporó música. Una de las revelaciones artísticas que le corresponden es haber descubierto a la bella soprano solista Patrocinio Díaz. Tal la riqueza de su voz y su capacidad expresiva que fue al folklore lo que Azucena Maizani al tango. Se desvinculó del grupo Chazarreta en 1925, al casarse con el empresario Juan Mauri. Figura gloriosa del folklore, falleció en Buenos Aires en 1969.

Para finalizar este pantallazo “a vuelo de pájaro” de la difusión del folklore nacional, les recuerdo que Andrés Chazarreta desarrolló una rica actuación popular durante varias décadas. Durante ese largo período grabó en forma exclusiva para el sello Víctor y actuó intensamente en radios y teatros porteños. Lega su batuta a su hijo Agustín en el Teatro Casino en 1956 y fallece el 24 de Abril de 1960 en Santiago del Estero. Allí se puede visitar la Casa Museo que lleva su nombre, en calle Mitre 127.

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